lunes, 12 de octubre de 2009

HUMANISMO II

Existe acuerdo en que el término “Humanismo” fue creado por el pedagogo prusiano Friedrich J. Niethamer en una obra publicada en 1808 con un sentido educativo, para señalar el proceso de formación de la personalidad sustentado en la lectura de las obras de los autores grecolatinos clásicos, de alguna manera contrapuesto a los estudios de las artes liberales agrupadas por Marciano Capella (“trivium” y “quadrivium”).

Desde un punto de vista histórico, con la palabra Humanismo se designa el movimiento cultural de descubrimiento y retorno a la riqueza de las fuentes clásicas. Fue originado en Italia por Petrarca (1304-1374) y difundido en toda Europa por Erasmo de Rotterdam, en Inglaterra por Tomás Moro (1478-1535), en España por Luis Vives (1492-1540) y en Francia por Guillermo Budé (1469-1540).

Hasta hoy se considera vigente la opinión vertida por Jacobo Burckhart en su obra La cultura del renacimiento en Italia (1860), cuya raíz se encuentra en la filosofía de la Ilustración, en torno a la oposición entre la renovación producida por el humanismo y la cristiandad medieval.
Según esa tesis “moderna”, la corriente humanista interesada en la afirmación de la dignidad del hombre, es contraria al teocentrismo medieval.
Sin embargo, la indicada contrariedad parece desconocer la procedencia del humanismo platónico y la respuesta dada a Protágoras en Las Leyes (IV, 716, c): “Dios es la medida de todas las cosas”.


Al mismo tiempo, esa proposición describe un humanismo en el que la persona humana no reconoce la grandeza y dignidad de ser Imago Dei y, por eso mismo, no se aprecia a sí misma como la única criatura capaz de oír la Palabra que lo libera de toda esclavitud en el misterio de Dios hecho hombre.
Y, además, la afirmación de la ruptura del humanismo con la tradición escolástica olvida la doctrina tomista acerca de la dignidad de la persona humana (S. Theol., I, q. 29, a. 3).

Por otro lado, si bien se ha presentado la Reforma protestante en convergencia con la idea de un Humanismo contrario al Medioevo, es preciso no perder de vista que los elementos paganizantes de los textos clásicos nunca pudieron ser afines a la doctrina luterana de la omnipotencia absoluta de Dios enfrentada al hombre de naturaleza destruida sin remedio. En ese sentido, queda clausurado el modelo de la vida virtuosa propio de la cultura humanista, así como el conocimiento Dios por otra vía que no sea la fe revelada.

Daniel Guillermo Alioto

lunes, 31 de agosto de 2009

HUMANISMO

Por su actualidad y una esencia controvertida, el tema del Humanismo merece hoy una entrada, y aquí la obtiene. La palabra latina humanitas, utilizada ya por Cicerón, viene asociada a la idea de cultura; nuestras expresiones humanidad, humanidades, humanista, refieren un tipo particular de cultura.

El término Humanismo, de uso corriente en los siglos XV y XVI, responde a la herencia de los studia humanitatis romanos, asimilados ahora a las artes liberales; el cultivo de las humanidades es en este sentido un retorno a la cultura antigua y especialmente las letras grecolatinas. Con el nombre de humanistas se designó inicialmente a los gramáticos y eruditos en literatura antigua; posteriormente el significado de humanismo se amplió y terminó por caracterizar un movimiento de oposición entre lo natural (humano) y lo sobrenatural (cristiano), las letras humanas y las letras divinas.

Pero el campo semántico del humanismo siguió ampliándose para comprender expresiones diversas y a veces contrapuestas de “lo humano”. Así, se ha llegado a hablar de humanismo cristiano, humanismo ateo, humanismo existencialista, etc. De manera que este amplio movimiento, portando un espíritu de contornos difusos, ha influenciado no sólo las letras sino al arte, la filosofía, las ciencias y la religión.

Javier H. Barbieri